Manuel Segundo Miranda Lizama

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Manuel Miranda era hijo mayor de Catalina Lizama y vivía con su familia de hermanos, primos y abuelos en una casa amplia en calle Leonor de la Corte 5367, Quinta Normal. Su infancia fue muy difícil por la escasez de recursos de su familia, siendo sus abuelos un gran pilar en su crianza, ya que su padre biológico se encontraba en Italia sin saber más de él.  Era de tez blanca, pelo un poco rizado, delgado y alto. Era una persona de muchos amigos y le gustaba salir a entretenerse los días sábados en casa de alguno de ellos. Le decían “El Nono” y se dedicaba al comercio en feria libre y a trabajos esporádicos. Tenía un hijo de 4 años llamado Giovanni que aun mantiene un pequeño atisbo de la sombra de su padre.

A sus 25 años Manuel Miranda tuvo una pareja que vivía en el ex campamento Che Guevara, hoy población Santa Anita de Lo Prado. Esa noche el “Nonito” andaba en una fiesta con su pareja en uno de los departamentos del sector. Uno de los participantes del evento, de seudónimo “El Cachorro” tenía antecedentes de violencia intrafamiliar y había sido acusado a los militares que rondaban la Población Santa Anita. Estos militares habrían ingresado a la villa, buscando a esta persona y en su proceso toman también detenido a Manuel quien se encontraba en la casa de su polola. Según testigos los sacan a golpes de lugar y lo llevan detenido en carros militares.

A la familia de Manuel le avisan de lo ocurrido y su madre, la señora Catalina Lizama, comienza una desesperada búsqueda por comisarías y lugares en donde se sabía que llevaban a personas que habían sido detenidos por militares.

Luego de unas semanas, les avisan que encontraron un cuerpo en Quilicura con ropa y calzado que usaba Manuel y que estaba en el Servicio Médico Legal. El cuerpo no tenía cara ni manos y algunas partes habían sido comidas por perros que circulaban por el sector eriazo cercano al Camino lo Bosa. A la familia lo entregaron con una bolsa de nylon en el Instituto Médico Legal. La fecha de detención/muerte fue el 23 de mayo de 1974.

Los abuelos del “nonito” entraron en una terrible depresión al ver a su nieto morir en manos de los militares, sobre todo al ver que había terminado hecho pedazos. Misma situación vivió su madre, quién no se pudo recuperar de ese dolor en toda su vida. Hoy, parte del cuerpo de Manuel está enterrado en una tumba del cementerio general.  Su familia cada 11 de septiembre prende una vela en honor a su hermano y su recuerdo permanece en su memoria.

 

Ximena Almarza Lizama, con el retrato de su hermano Manuel cuando estaba haciendo el servicio militar