Casas de Altos

Casa de Altos de Quinta Normal, calle Andes de Violeta Parra

Fuente: Fotografías SECPLA, Municipalidad de Quinta Normal, 2022

 

Construidas durante la primera mitad del siglo XX, las Casas de Altos componen una tipología arquitectónica significativa desarrollada a lo largo de Chile, pensadas como edificaciones que pudieran desempeñar una cualidad mixta, en este caso la habitacional y comercial, cuando la densidad de las ciudades obligaba a un tipo de solución en altura que permitiera una mayor concentración habitacional en los sectores más centrales de las ciudades. Las Casas de Altos fueron un símbolo de vitalidad de los nuevos polos de desarrollo urbano, caracterizadas principalmente por atributos programáticos y morfológicos; destinar el primer nivel para un uso comercial y el segundo y/o tercero con un uso residencial llamados los pisos de altos, y así también, por emplazarse con una morfología de bloque continuo. Su orden se desenvuelve en la sumatoria y posicionamiento pareado de cada una de las casas, armando así un conjunto de distintas piezas que conforman una sola unidad, que en la mayoría de los casos ocupaba la conformación total de la manzana. En la actualidad esta tipología ya no se construye y en muchos casos han perdido su condición de conjunto, reduciéndose a pequeños grupos de casas y en algunos casos, incluso se reducen a solo una unidad dentro de la manzana que alguna vez fue una sola unidad continua. Esta tipología fue reemplazada hace varias décadas por otras soluciones habitacionales y de densificación, en donde la acción de separar programáticamente la primera planta del resto se ha mantenido como un criterio resolutivo incluso hasta la actualidad. En vista de transformaciones morfológicas y de escala, se ha dado paso a nuevas tipologías que en el mundo contemporáneo han definido la verticalidad del centro de las ciudades, como así también la urbanización con casas singulares de dos pisos, quedando la denominación ‘de altos’ como un concepto del pasado.

“Previas a la popularización de los ascensores, son los antecedentes directos de los edificios habitacionales, los departamentos o los duplex que el modernismo posteriormente extendió. Se caracterizan estas viviendas por la abundancia de esbeltas puertas – habitualmente juntas – que acceden a las viviendas de los primeros y segundos pisos en este último caso, la puerta enfrenta directamente una larga escalera que comunica los pisos “de altos”.”

 

Rodrigo Fischer, 1990

Casa de Altos de Quinta Normal en calle Patricio Lynch / Casa de Altos en Concepción

Fuente: Fotografía de SECPLA, Municipalidad de Quinta Normal, 2022 / Fotografía extraída de Fischer R, 1990

 

Dada esta condición atemporal, es que los últimos ejemplares de casas de altos se presentan en la actualidad como un remanente de la vida urbana pasada, siendo piezas tangibles de un patrimonio integrado de las ciudades. Particularmente en el caso de Quinta Normal, los ejemplares que quedan son escasos y en su mayoría con décadas e incluso siglos de antigüedad, sin haber sido relevadas ni protegidas, lo que les ha causado un gran deterioro. Sin embargo, lo que aún se conserva es el valor en la memoria de los habitantes, que atesoran recuerdos y experiencias de barrio cuyos espacios y dinámicas acontecieron en esta tipología de vivienda. Por su parte, los registros y la observación de las piezas remanentes de las casas de altos, permiten complementar este valor intangible con atributos arquitectónicos y urbanos, para así poner en valor este habitar quintanormalino del pasado de manera integral.

“La ciudad del siglo XIX y la primera mitad del s.XX fue una ciudad peatonal y a escala humana en gran medida gracias a la amplia difusión del modelo referido. Estos edificios tenían como máximo 3 pisos, lo que producía una medida urbana muy acotada y a escala humana. Se trató de un momento en que lo urbano y lo arquitectónico se fundió, y todo lo que le ocurriera a la arquitectura, le ocurría también al espacio público y a la calle. El detalle de la arquitectura estaba presente en el espacio urbano y éste a su vez se significaba por el detalle arquitectónico. Esta medida urbana y humana se disuelve y volatiliza en la segunda mitad del siglo XX, especialmente a partir de una mirada hiper racionalista y funcionalista, que zonifica y disgrega, rompiendo con una escala aprehensible para el peatón (Jacobs 1961).”

Gonzalo Cerda, 2014

Casa de Altos de Quinta Normal: Av Matucana, calle Patricio Lynch y Av Mapocho

Fuente: Fotografías de SECPLA, Municipalidad de Quinta Normal, 2022

 

Diferenciadas por su emplazamiento, es posible identifican tres grupos de casas de altos en Quinta Normal; las casas de Matucana construidas por el arquitecto Julio Bertrand, las casas de la conocida Manzana de Altos en calle Patricio Lynch y Andes de Violeta Parra, y las casas de Av. Mapocho diseñadas por el arquitecto Pedro Prado. Son estas últimas quizás las de mayor conocimiento público actualmente, al vincular directamente al premio nacional de literatura Pedro Prado, y también al conformar una de las dos Zonas de Conservación Histórica de la comuna, decretadas por el Plan Regulador aprobado un 18 de octubre del año 2019. Es así como este día histórico para el país por los acontecimientos de la revuelta social, es también un hito en la historia de la comuna de Quinta Normal, con la aprobación del nuevo Plan Regulador que desde 1987 no se actualizaba, y que en su contenido se establecieron los primeros inmuebles y zonas de conservación histórica, comenzando así el camino de valorización patrimonial de la comuna.

 

LAS CASAS DE LA MANZANA DE ALTOS EN QUINTA NORMAL

“La Manzana de Alto estaba entre las calles Juan Miranda, Patricio Lynch, Andes y Martínez de Rozas y era quizás el lugar que encerraba los misterios del miedo y la atención de forma urbanísticamente más compleja. Las altas casas que daban nombre a la manzana completa fueron construidas en una arquitectura bien de principios de siglo XX; más altas que anchas, sus dos altos pisos y ventanas forjadas en madera le daban un carácter diferente, una construcción diferente, un ambiente diferente. Y eso mismo hizo que quienes habitaran en ella fueran las familias más guapas y choras del barrio.”

Roberto González, 2019

 

Desde el año 1990 diversos estudios señalaban que el concepto arquitectónico de Casas de Altos ya dejaba de utilizarse tanto técnica como coloquialmente, sin embargo, uno de los grandes impactos sociales que estas casas han generado en el barrio quintanormalino, es específicamente su distinción conceptual entre muchos vecinos y vecinas quienes siguen denominando coloquialmente hasta el día de hoy estas construcciones como «las famosas casas de altos”. Múltiples familias han vivido en estas casas, el hecho de que el ferrocarril pase exactamente por debajo de ellas, sintiéndose su pasar en su estructura; les da un atractivo urbano único para este barrio. La manzana ubicada entre Martínez de Rozas, Andes de Violeta Parra, Patricio Lynch y Juan Miranda, poseía hasta la década del 70 una edificación completa de fachada continua de Casas de Altos, siendo conocida esta como la Manzana de Altos.

Manzana de Altos de Quinta Normal
A color las casas de altos que aún se conservan tanto en la Manzana de altos, 
como en la manzana de enfrente por calle Andes de Violeta Parra

Fuente: Fotografía y edición de SECPLA, Municipalidad de Quinta Normal, 2022

 

“Estas viviendas pareadas resultan aún hoy día especialmente destacables por distintos factores: entre ellos, su capacidad urbana, es decir, la capacidad en configurar el espacio público a través del borde continuo; la exactitud de su densidad habitacional; la capacidad de integración a un contexto similar sin entorpecer la similitud en altura, el aprovechamiento de las posibilidades que le otorgan los sitios estrechos y largos que comúnmente dejan las manzanas, y en fin, la habitual belleza del diseño arquitectónico, producto de un tardío neoclasicismo, que no desdeña ornamentos ni influencias localistas dentro de un orden general que las unifica.”

Rodrigo Fischer, 1990

 

La primera definición de esta tipología de edificio que alberga dos programas principales; el habitacional y el comercial, compromete un concepto de dualidad que está siempre presente, y se vuelve fundamental para poder comprender los distintos atributos de las Casas de Altos; el exterior y el interior, lo público y lo privado, el conjunto y sus piezas, el barrio y la vivienda particular. En estas relaciones duales que se desprenden del doble programa, la fachada continua del conjunto pasa a ser un elemento clave en el funcionamiento urbano y arquitectónico, al ser un límite que morfológicamente caracteriza el habitar en su interior y en el exterior. Esta fachada se definió comúnmente por la equidistancia de sus vanos en ventanas y puertas que arman un plano regular en el cual tan solo la pintura permite diferenciar entre una vivienda y otra. Este plano único de doble altura, en un comienzo se extendía a lo largo de toda la manzana, como si se tratase de un único largo muro que separaba la vereda del espacio privado de las viviendas. Hoy en día, varias de estas viviendas han sufrido transformaciones, por lo que esta condición continua se ha ido fragmentando en segmentos que aún agrupan a unas cuantas casas que mantienen la condición de conjunto. Esta continuidad en la fachada se ve acentuada en las sutiles diferencias entre una casa y otra con particulares detalles de ornamentación, ventanas en arco de medio punto, pilastras en antepecho de balcones, cornisas en ventanas y cubierta, y zócalos que demarcan su perímetro hacia la calle. La materialidad por su parte se define principalmente en un sistema de muros macizos en albañilería simple y revestimientos de estuco, que en algunos casos por el paso del tiempo ha sido desprendido pudiendo develar el ladrillo arcilloso de su estructura. Por su data de principios de siglo XX, se deduce que cubiertas y entrepisos son de estructura en base a entramados de madera.

 

Fachadas de casas de lo que era la Manzana de Altos de Quinta Normal, calle Patricio Lynch

Fuente: Fotomontaje de SECPLA, Municipalidad de Quinta Normal, 2022

 

En una búsqueda de estilo propio, es que destaca un caso particular en la Manzana de Altos con una fachada moderna; un solo plano que es acentuado por un alero a las ventanas del segundo nivel, con soportes oblicuos en hormigón armado y que arma un perímetro horizontal perfectamente simétrico al ancho de la vivienda. Se desconoce el momento en que esta casa pudo haber sido intervenida, pero lo que sí se sabe según relatos de vecinas y vecinos, es que esto podría estar relacionado con quien solía ser el dueño de la vivienda, don Luis Muñoz, más conocido como Caldo de Pata, dueño del local El Popular en Av. Matucana. Fue quien vivió en esta casa que siempre fue ‘la más pituca’ de la manzana, y que destacaba sobre el resto con esta expresión más moderna. De esta forma se vincula incluso la historia de Violeta Parra con la Manzana de Altos, al ser amiga de don Luis Muñoz y haber empezado su trayectoria musical en Santiago en aquel local de Matucana a tan solo una cuadra de la Manzana de Altos donde su dueño residía.

 

Fachada de casa moderna de lo que era la Manzana de Altos de Quinta Normal, calle Patricio Lynch

Otoño / Primavera

 Fuente: SECPLA, Municipalidad de Quinta Normal, 2022

 

“La metodología se traspasaba en generación en generación, chorear en Matucana y correr rudo hacia la Manzana del Alto, meterse en sus pasillos y hacer de local. Allí nadie entraba, a menos que se fuera de aquí o del barrio, sus casas de dos pisos, y sus enredos arquitectónicos eran perfectos para lo que algunos necesitaban; vivir, comer y tener dinero rápido. No necesariamente fácil.”

Roberto González, 2019

 

La Manzana de Altos no tan solo suponía una tipología de conjunto hacia la calle, sino que desde el interior también se albergaron dinámicas socio-espaciales que de alguna forma dotaron a esta manzana de un carácter único. La Manzana de Altos se puede leer como un gran edificio en sí mismo, de múltiples conexiones interiores, y que bajo un orden particular albergaba distintas viviendas que, si bien hacia el exterior de la manzana cada cual tenía su independencia, hacia el interior se conectaban en un verdadero laberinto. Es decir, se daba una relación de opuestos, de vínculos espaciales directos en el interior, y una independencia hacia el exterior, conexiones interiores con pasillos que comunicaban entre sí a sus habitantes, y un orden y regularidad hacia el exterior expresada en la fachada continua.

Manzana de Altos en sección de Plano de Quinta Normal 1946.

Fuente: Edición de SECPLA, Municipalidad de Quinta Normal, 2022

Documento original de Instituto Geográfico Militar 

 

Probablemente fruto de los intereses de sus propios habitantes, estas conexiones de interior generaron una diferenciación de ésta a una manzana tradicional en la ciudad, conllevando una condición semi-pública hacia el interior de las viviendas que permitía que sus habitantes pudieran utilizar su vivienda y la de sus vecinos para tener control territorial mayor del espacio colindante a la manzana, y muchas veces utilizando este recurso con fines delictuales.

 

“Por Patricio Lynch con Martínez de Rozas, en una de las esquinas de la manzana, unos tipos se ponían a interceptar a cualquiera que viniera pasando. (…) Los tipos forzaban un poco, robaban ese y cualquier otro artículo y se perdían por el laberinto de la manzana. Entre el alegato del barrio, la acción del Estado y el reclamo del dueño, múltiples familias de la Manzana de Alto serían sacadas de allí y expulsadas por programas de radicación de los pobres hacia espacios aún más alejados.”

Roberto González, 2019

 

Debido a la densidad poblacional que este complejo atrajo, múltiples problemas sociales se produjeron en dicha manzana; las políticas de erradicación de poblaciones y tomas llevaron a que durante las décadas del 60 y 70 las y los residentes fueran reubicados en la población Santa Adriana.

De las viviendas que aún existen de la conocida Manzana de Altos en Quinta Normal, algunas mantienen solo su carácter formal, conteniendo espacios totalmente destinados a un uso habitacional. Otras han sufrido una transformación en su tipología, pasando a ser completamente recintos de uso comercial, y finalmente algunas que aún mantienen la lógica programática dual de residencia y comercio entre primer y segundo nivel. Destacan locales como un salón de belleza, comercio de repuestos de autos, o una pequeña empresa de electricidad. En la manzana de la esquina entre las calles Patricio Lynch y Los Andes de Violeta Parra, aún se conservan casas de altos con características similares, logrando configurar una esquina de continuidad significativa en comparación a la tradicional Manzana de Altos. Así, estos pequeños polígonos de casas quedan como verdaderos vestigios de un habitar del pasado, avasallado por el crecimiento urbano descontrolado que rápidamente sobrepaso a la capacidad de planificación de la ciudad, y de la actual depredación inmobiliaria que amenaza sobre todo al patrimonio invisibilizado aún para la institucionalidad, como este.

 

Casas de Altos en Patricio Lynch con Los Andes de Violeta Parra

Fuente: Fotografía de SECPLA, Municipalidad de Quinta Normal, 2022

 

La mayor cantidad de estas casas de alto fueron demolidas para la construcción de bodegas, y hoy sobreviven solamente las indicadas en este documento. Desde una de estas casas de altos ubicadas por Patricio Lynch entre Mapocho y Andes, fue arrestado el Detenido Desaparecido Edras Pinto Arroyo un 20 de diciembre de 1976.

Son estas historias y relatos los que emergen el patrimonio intangible asociado a esta tipología, donde quienes habitan y habitaron sus espacios dotaron a esta arquitectura de un valor que se cuenta, imagina y rememora, siendo así urgente la puesta en valor de estas casas que aún quedan como testigos de la historia quintanormalina.

 

CASAS DE ALTOS DE MATUCANA

A fines del siglo XIX y comienzos del XX, Santiago experimenta uno de los procesos de crecimiento más importantes, con la llegada de los avances de la revolución industrial sumado a un interés de planificación del territorio desde las autoridades políticas de ese entonces, se permitió sentar las bases para todo el desarrollo urbano posterior hasta el presente. Durante la intendencia de Benjamín Vicuña Mackenna desde 1872 a 1875, es que se llevan a cabo una serie de intervenciones urbanas que tenían como objetivo consolidar espacios, incorporar conectividad, y en definitiva ordenar el crecimiento de la ciudad. Dentro de estos procesos, la consolidación de un límite que definiera el centro urbano se volvía una acción urgente para establecer aquel orden, y bajo esta necesidad es que surge el Camino de la Cintura, una circunvalación que delimitara el territorio urbano, regulara su crecimiento, y a su vez lo conectara de manera perimetral. Este camino suponía delimitar el centro de la ciudad por sus cuatro costados, que actualmente corresponden a Av. Mapocho y el río hacia el norte, Av. Vicuña Mackenna por el oriente, Av. Matta por el Sur, y la Alameda de Matucana por el poniente, actual Av. Matucana.

Mapa Ferrocarril de Circunvalación

Fuente: amigosdeltren.cl

 

Es en esta acción, que durante 1872 la Alameda de Matucana es pavimentada con adoquines, y posteriormente con la consolidación del Ferrocarril de Circunvalación que venía desde la Estación Yungay por el norte hasta Estación Central en el sur, esta avenida se asienta como un eje principal del sector poniente de la ciudad. A esta gran arteria que atrajo el asentamiento de comercio, viviendas e industrias, se le sumaba la atracción innata de la Quinta Normal de Agricultura, que ya desde su inauguración en 1841 había activado esta periferia de la ciudad, al dotar de espacios que acogían la vida social, celebraciones y actividades deportivas.

Ya iniciado el siglo XX, con un continuo contexto de crecimiento urbano en Santiago y particularmente en la Av. Matucana, es que en 1911 el joven arquitecto Julio Bertrand, retorna a Chile desde Europa, en donde recibió con honores el Diploma de Arquitecto y Salubrista por la I’ École Spéciale d’ Architecture de Paris, y regresa a trabajar directamente con su primo Emile Jéquier en una serie de obras de gran relevancia para la ciudad como el Palacio de Bellas Artes y la Estación Mapocho. Posterior a eso, el año 1914 se vuelve crucial en su desarrollo como arquitecto y artista, y no tan solo porque diseña y construye las primeras obras de su autoría en Chile, el conocido Cité las Palmas en la comuna de Santiago y las Casas de Altos de Matucana que hoy forman parte del patrimonio arquitectónico de Quinta Normal, sino porque también ese año se asocia en una oficina de arquitectura junto a Pedro Prado, donde su amistad sienta las bases de una de las expresiones culturales más importantes de mitad del siglo XX en Chile, el grupo de Los Diez. 

“Bertrand lo ve, a la vez que urgido económicamente, tan lleno de ardor y tan alegre, que le pregunta si existen en Santiago otras personas que posean una idiosincrasia semejante. Prado sonríe y trata de hacer un recuento; quizás buscando, habría otras diez personas más. Bertrand afirma que le gustaría conocerlas… En la oficina de arquitectura de Bertrand se realizan las primeras reuniones de Los Diez […] emblemático movimiento intelectual y cultural de la época. Parte de los ritos y ceremonias que efectuaban los realizaban con algún uso grupal de marihuana.”

 

La mirada recobrada: Fotografías, 1905-1918, FONDART 2004

Planos de La Torre de Los Diez en Las Cruces, por Julio Bertrand, 1916-1917

Fuente: Tzitsikas, H. (1973). Dos revistas chilenas «Los Diez» y «Artes y Letras»

 

Esta agrupación artística de intelectuales chilenos; pintores, escultores, escritores, músicos, arquitectos, entre otros, tuvieron como objetivo cruzar ideas y cultivar el saber en la integración de las distintas disciplinas. Su primer manifiesto titulado Somera iniciación al Jelsé declaraba que “Los Diez no forman ni una secta, ni una institución, ni una sociedad. Carecen de disposiciones establecidas, y no pretenden otra cosa que cultivar el arte con una libertad natural.” (Memoria Chilena. 2021). Con actos colectivos como exposiciones, conferencias, publicaciones de libros y revistas, dieron vida a una serie de expresiones literarias, artísticas y arquitectónicas, como la Revista de los Diez, la controversial publicación de Fragmentos (1921) del poeta ficcional afgano Karez -I- Roshan, o La casa de los Diez, ubicada en Santa Rosa con Tarapacá, actual Monumento Histórico de Chile.

Fue en ese círculo intelectual que Julio Bertrand desarrolla una corta vida de dominancia en variadas disciplinas, siendo quizás la fotografía la herramienta que trascendió en su trayectoria, cultivada desde su juventud en sus viajes por Europa. Actualmente esto permite observar el origen de sus primeras obras; las Casas de Altos en la Av. Matucana y el Cité las Palmas, registro capturado por su propio lente, y que, dado su cercano emplazamiento, suponen un desarrollo paralelo, y de esta manera reconstruyen la vida urbana quintanormalina del pasado. En cuanto a su relevancia como esteta, la obra de Julio Bertrand no tan solo compete a las Casas de Altos que aún forma parte del patrimonio quintanormalino, sino que el registro fotográfico de estas tiene un valor en sí mismo para la fotografía y arquitectura como disciplinas.

Esquema de emplazamiento Casas de Altos de Matucana y cité Las Palmas

Fuente: SECPLA Municipalidad de Quinta Normal, en base a Plano de Santiago 1910-1920 de Biblioteca Nacional Digital

 

A un costado de la Quinta Normal, por la misma Av. Matucana es donde aún se levanta el Cité las Palmas, Inmueble de Conservación Histórica de la comuna de Santiago, y lugar donde Julio Bertrand residió por largos años junto a su familia. Este cité aún mantiene la inscripción J. BERTRAND – VIDAL / ARCH- 1914, y dado que las fotografías existentes que muestran aún trabajos de obras de la construcción son de 1913, es que se puede concluir que tanto este cité como las Casas de Altos, que se ubican a tan solo doscientos metros al norte por Matucana, comparten año de edificación. El bloque continuo de al menos cinco casas, dado su emplazamiento, pertenecía originalmente a la comuna de Santiago, y no fue hasta los noventa que el límite oriente entre comunas se traslada desde Villasana a Matucana, provocando así que desde entonces las Casas de Altos de Matucana pertenecen a Quinta Normal hasta el presente. De aquellas cinco casas, hoy solo quedan tres de ellas, siendo parte la escueta obra arquitectónica de este arquitecto, fotógrafo y artista que es parte de la trayectoria cultural de Quinta Normal.

Fotografías Casas de Altos de Matucana

Fuente: Julio Bertrand, 1913 / SECPLA, Municipalidad de Quinta Normal, 2022

 

De un eclecticismo estilístico, lo que más caracterizaba al conjunto era la cornisa curva de la fachada que justo en su punto medio se alzaba con un único elemento de mayor altura que el resto, acentuando así la composición simétrica de sus partes. Un eje central dividía en partes iguales la cantidad de vanos, con distanciamientos regulares, y a su vez a una vivienda de la otra que, con sutiles cambios de texturas en los estucos de la fachada, cada una se volvía una pieza única dentro del conjunto. Al contrastar esta percepción con el estado actual de las casas, solo se deja en evidencia el paso del tiempo, tanto en el material original que aún se conserva como así también en la cantidad de elementos que se conservan.

Comparativa de detalles entre fotografías del presente y fotografías de 1913

Fuente: SECPLA, Municipalidad de Quinta Normal, 2022

 

Este deterioro producto de las trasformaciones que sus habitantes hicieron, sumados a los movimientos sísmicos de nuestro territorio que seguramente desprendieron algunos de los elementos característicos, pudieron haber sido las causantes de que hoy la conservación del edificio original se traduzca a tan solo partes de su fachada, y elementos particulares como las bajadas de agua lluvia, los marcos de algunas ventanas, o el boínder que aún se conserva (pequeño balcón saliente, cubierto y delimitado por ventanas). En cuanto a la materialidad y sistema constructivo, según el registro fotográfico de Bertrand durante la construcción misma del Cité Las Palmas, se observan muros en el primer nivel de una albañilería simple y muros de tabiquería en madera para el segundo nivel, entrepisos y cubierta. Debido al paralelismo ya mencionado entre este cité y las Casas de Altos de Matucana, y sumado a la observación actual de ambos casos, es que se supone que el sistema constructivo y materialidad es el mismo, con un primer nivel macizo y un segundo nivel en entramados de madera; sistema mixto estructural que es revestido en estucos que unificaban la expresión en fachada e interiores, y en ciertos casos imitando terminaciones de bloques de hormigón, debido sobre todo al contexto constructivo de Chile de principios de siglo, donde aquel material era la vanguardia como una nueva e innovadora tecnología constructiva.

 

Fotografías Cité Las Palmas de Julio Bertrand, 1914

Fuente: Archivo fotográfico Biblioteca Nacional Digital

 

Estos revestimientos en estuco que finalmente caracterizaron gran parte de la expresión estilística de la arquitectura de Julio Bertrand, sufrieron un gran deterioro con los años, y en la actualidad permiten la observación del sistema estructural que queda a la vista. A pesar de la dañada expresión actual en la fachada, la calidad de conjunto del edificio se sigue manteniendo en su conformación morfológica. Al observar desde la altura, destaca aquella condición innata de las Casas de Altos de unidad, un solo bloque de dos niveles integrado por la sumatoria de viviendas en simetría. 

 

Fotografías Casas de Altos de Matucana

Fuente: SECPLA, Municipalidad de Quinta Normal, 2022

 

En cuanto a su programa, es quizás su emplazamiento en una arteria de tanta afluencia como Av. Matucana, lo que ha permitido que aún se mantenga el primer piso de uso comercial, con un servicio técnico tecnológico, una cerrajería y una botillería. Además, el estrecho acceso coronado con un pequeño anuncio de contabilidades, sugiere que parte del segundo piso ha sido ocupado con oficinas de este rubro. La fachada del primer nivel es lo que más se ha modificado a lo largo de los años, donde la necesidad del comercio de vincularse con la calle de manera cada vez más directa podría ser una de las razones de aquello; accesos ensanchados y antepechos de ventanas extraídos, haciendo así que el primer nivel funcione como una gran vitrina. El segundo nivel por su parte, un tanto más deteriorado, se desconoce si alberga hogares o si se encuentran en situación de abandono. Algún atisbo de esta última situación se alcanza a apreciar desde las fotografías cenitales del conjunto.

“Julio dominó el arte raro de combinar el poético sello de lo antiguo con las necesidades de la existencia prosaica del presente. No era anticuario por manía, acogiendo toda vejez artística por el solo hecho de ser vieja, sino que adaptaba a maravilla el noble clasicismo de las antiguas construcciones a la comodidad de los habitantes de sus edificios armoniosos. […] Santiago muestra, en uno de sus barrios más luminosos, algunas construcciones de sólido cemento que recordarán por muchos años el arte de mi amigo.”

Ricardo Valdes, 1918

 

El estado de deterioro en que se encuentran las Casas de Altos de Matucana es evidente. Sus transformaciones, desprendimientos, añadiduras, nuevos revestimientos y cambios de usos solo hablan del paso del tiempo entremedio de este bloque arquitectónico de casi ciento diez años. Esta condición no necesariamente implicaría una intensión absolutista de conservación, sino que simplemente abre la reflexión en torno al patrimonio inmueble como vestigios dinámicos de la vida pasada, y las distintas posibilidades de su puesta en valor, donde el primer paso es la visibilización de lo oculto, siendo así la tipología urbana mixta que ejemplificó, parte de aquello que necesita ser develado. Una arquitectura del premodernismo con elementos significativos que luego marcaron la pauta en tipologías posteriores. Así también, su permanencia en el tiempo en esta importante avenida del actual pericentro de Santiago, no tan solo convierte a estas casas en testigos del crecimiento de la ciudad, sino que también y tal como lo expresa Ricardo Valdés, rememora la vida y obra del esteta Julio Bertrand quien fue parte fundamental de una arista cultural de Chile a comienzos del siglo XX.

 

Fotografía Casas de Altos de Matucana, por Julio Bertrand 1914

Fuente: Archivo fotográfico Biblioteca Nacional Digital

 

Transcurrido cuatro años de la construcción de estas casas, paradójicamente a su título de Arquitecto Higienista, Julio Bertrand Vidal contrae tuberculosis, justo en el momento en que se ocupaba de terminar su más grande obra junto a Pedro Prado, el Palacio Bruna ubicado a un costado del Parque Forestal. Finalmente muere aquel mismo año postrado en El Pensionado de San Vicente, con un doloroso final para su familia y amigos cercanos, incluido su fiel amigo Pedro Prado, que en un acto sensible se encarga de finalizar la obra del Palacio Bruna, donde al igual que en las Casas de Altos de Matucana se plasmaron los intereses del esteta Bertrand, por el ornamento y las decoraciones de referencias historicistas que caracterizaron su arquitectura.

 

Autorretrato de Julio Bertrand en su casa de Av. Vicuña Mackenna, 1905

Fuente: Archivo fotográfico Memoria chilena

 

“Hay una curiosa anécdota en torno a la muerte de Bertrand. En 1916 enferma Alberto Ried, uno de los décimos, y es operado en el Hospital San Vicente. En 1917 es Pedro Prado quien, enfermo de peritonitis, es llevado al mismo hospital, donde ocupa la misma pieza en que había estado Ried. Recuperándose de la operación profetiza que esa pieza recibirá al año siguiente a otro hermano decimal, quien morirá. Y así ocurre. Julio Bertrand enfermo de tuberculosis, va al norte, a Vicuña. Vuelve más gravemente enfermo. EI Pensionado de San Vicente no es el lugar apropiado para la rehabilitación de tuberculosis, pero la familia insiste en internarlo allí. Prado revela su vaticinio a los médicos, rogando que tomen aquello en cuenta para no abatir más el ánimo de su amigo. Pero no hay otras piezas y camas disponibles. Se le interna fatalmente allí. EI enfermo le pregunta a Prado si se recuerda de su profecía, pero todos callan. Pocos días después Bertrand muere y se cumple el obsesivo vaticinio.”

La mirada recobrada: Fotografías, 1905-1918, FONDART 2004.

 

CASAS DE ALTOS DE MAPOCHO

Fachada sur Casas de Altos de Mapocho

Fuente: SECPLA, Municipalidad de Quinta Normal, 2022

 

Ubicadas en Av. Mapocho entre Nicolás Palacios y Dr. García Guerrero, este conjunto de Casas de Altos, junto a un pórtico y el árbol ombú, son los últimos indicios tangibles de lo que antiguamente fue la Chacra Santa Laura de la familia Prado. Este vasto terreno agrícola, ya a comienzos de siglo XX se posicionaba como una especie de resistencia al gran crecimiento urbano que tenía Santiago, sobre todo hacia el poniente de la línea férrea, donde el damero urbano ya ocupaba el territorio con nuevos loteos, quedando así esta chacra de carácter agrícola inserta en la ciudad. Las Casas de Altos de Mapocho por su parte se ubicaron en el costado sur oriente de este terreno, cuando Pedro Prado diseña y construye este complejo habitacional del cuál existen dos principales hipótesis sobre su uso; primeramente que fueron hechas para que sus hijas e hijos vivieran dentro de la misma chacra, y una segunda hipótesis que apunta a que fueron para sus trabajadores y trabajadoras, quienes hasta los años veinte aún mantenían la producción agrícola, aspecto que contrastaba con el contexto citadino. Es por esto que quizás la construcción de estas casas y su posicionamiento, surge como una de las primeras acciones vinculantes de la chacra con las dinámicas de la ciudad, en un emplazamiento perimetral y enfrentando directamente a una de las más importantes vías del poniente de la ciudad hasta nuestros días como lo es la Av. Mapocho. Es en ese contexto de remanencia rural inmersa en la ciudad, que los espacios de la Chacra Santa Laura acogieron la vida y obra de Pedro Prado, agricultor, pintor, diplomático, arquitecto, novelista, poeta, ganador del Premio Nacional de Literatura en 1941, y parte del patrimonio cultural quintanormalino. Por él los nombres del actual Jardín Poeta Pedro Prado, y las calles Poeta Pedro Prado y Alsino en referencia a una de sus grandes novelas literarias.

Esquema de emplazamiento Chacra Santa Laura y Casas de Altos de Mapocho

Fuente: SECPLA, Municipalidad de Quinta Normal, en base a Plano de Santiago de 1900 de Biblioteca Nacional Digital

 

1 Su ojo cordillerano, amigo de los dibujos netos; y su mente sensata, ahijada de la razón, y esquivadora del frenesí como en el “Alsino”, bien chilenos son. Pedir a todos un criollismo foklórico, y pedírselo especialmente a este aristócrata del estilo, resulta una exigencia un poco sonsa y una ocurrencia de crítica aldeana.”

2 Pedro Prado era, allá por el año catorce, el plexo solar de nuestra vida literaria. Hervía entero de creación; hacía el ensayo de arquitectura; daba el poema en prosa (sólo él lo prestigiaría en Chile); lograba la novela normal del muy curioso “Juez Rural” y muchas cosas más.”

Gabriela Mistral

1 La Nación, 1932

2 El Mercurio, 1935

Sumándose a este gran reconocimiento en torno a la literatura chilena, Pedro Prado a su vez realizó importantes aportes en la arquitectura, desde su publicación Ensayos sobre Arquitectura y Poesía hasta las obras que construyó, comenzando con las propias dependencias de la Chacra Santa Laura donde se encuentran las Casas de Altos de Mapocho, hasta las de mayor reconocimiento que hizo junto a Julio Bertrand y el Grupo de Los Diez, entre las que destacan La Casa de los Diez, o el Palacio Bruna, actuales monumentos históricos. En su cosmovisión arquitectónica, destacaba la importancia de vincular la arquitectura con la naturaleza, introducir la realidad local de cada territorio en el diseño, y a su vez la importancia del mobiliario como parte fundamental del diseño del espacio (Prado P. 1916), ideas que de alguna forma se adelantaban a los preceptos modernistas que luego definieron el panorama mundial en arquitectura y construcción. Así también, Pedro Prado cuestionó la introducción de soluciones constructivas foráneas en contextos nacionales, clasificándolas como arquitecturas impropias, mientras que en paralelo defendió los estilos historicistas empleado en la arquitectura pública. Esto solo se puede entender en el contexto premodernista en Chile, donde las intenciones más disruptivas se contraponían a los ideales más tradicionalistas, ocasionando incluso un conflicto interno en quienes pensaban las nuevas formas de habitar.

 

Fotografías del Palacio Bruna. 1921 / 2017

Fuente: Chile Magazine no. 1 jul. 1921 p. 10-11 / Consejo de Monumentos Nacionales

 

“Así, por ejemplo, Viña del Mar, una de nuestras ciudades más alabadas por su belleza, tiene gran número de construcciones impropias, cuyos estilos se han propagado por el país sin discernimiento alguno. ¿Qué hacen allí, bajo el clima dulce de la costa central de Chile, los enormes techos puntiagudos? Chalets suizos, ingleses, ideados para dejar escurrir la nieve, ¿Qué papel representan besados por el aire liviano y tibio? 

[…] La simplicidad característica de los estilos clásicos, griegos y romanos, encuadra tan estrechamente con el carácter sereno que debe tener la administración pública, que con dificultad se encontraran otros tan apropiados.”

Pedro Prado, 1916

Estos fundamentos, son un reflejo de las teorías imperantes en arquitectura a principios del siglo XX, que se definían por los estilos historicistas y eclécticos, guiando el diseño arquitectónico a través de elementos tradicionales de arquitectura como el neoclásico por poner un ejemplo. Esta corriente aún se enseñaba en las aulas de la Universidad de Chile donde Pedro Prado tuvo sus estudios y que posteriormente plasmó en su arquitectura. Las obras junto a Julio Bertrand son el ejemplo que mejor expresa aquello, como la influencia del estilo renacentista italiano del Palacio Bruna.

 

Fotografías y elevación (Regularización 2007)

Fuente: SECPLA, Municipalidad de Quinta Normal, 2022

 

Particularmente en las Casas de Altos de Mapocho, estas influencias de estilos historicistas también se pueden observar, más no es tan evidente como en los casos anteriores, y se demarca en un trabajo de bella albañilería simple a la vista, donde la ortogonalidad del ladrillo cocido, funciona como un pequeño módulo que arma la composición de todos los elementos que ornamentan la fachada; la sucesión de pilastras que refuerzan la verticalidad; una extensa cornisa que corona continuamente todo el bloque de casas; distintos dinteles de ventanas en una albañilería a sardinel que dependiendo del caso arma arcos o rectas; y finalmente cornisas inclinadas en el ventanal central del segundo nivel que recuerda el orden clásico. Estos detalles arquitectónicos se enmarcan en la regularidad del conjunto, que a su vez se expresa como un único bloque continuo, como si se tratasen de los últimos remanentes de una arquitectura que referencia al historicismo, ad portas a quedar obsoleta con la futura llegada de los preceptos del movimiento moderno. Este bloque racionalista de albañilería simple, deja a la vista el material, incluyéndolo en la expresión arquitectónica; una contraposición a lo que algunos años antes su amigo Julio Bertrand hizo con el Cité las Palmas o las Casas de Altos de Matucana, donde la estructura en albañilería simple era la misma, sin embargo, era importante esconderla y revestirla con ornamentación en estuco y yeso. Esto se vuelve relevante ya que ejemplifica de manera directa el conflicto antes mencionado entre lo tradicional, lo disruptivo, y la simbiosis formal que existía entre ambas como cánones del panorama arquitectónico.

 

División predial

Fuente: Desarchivo DOM, SECPLA, Municipalidad de Quinta Normal, 2022

 

De 1923 es que data la construcción de estas nueve casas que aún se conservan, sin haber información certera sobre cuántas fueron en un principio. En el predio de la esquina con Nicolás Palacios, se levantaba la primera casa del conjunto, la cual fue demolida por razones desconocidas. En base a la observación de planos de división predial, como así también a la observación de la fachada del conjunto existente, es que surgen algunas teorías respecto al número original de casas que se construyeron. En cuanto a la composición de la fachada del conjunto, existen dos elementos que destacan y rompen la continuidad de ésta, que son la saliente en ambos niveles que acoge el acceso de la vivienda de la tercera casa, como así también el pórtico y antepecho de balcón de la sexta casa (de poniente a oriente), coronado con la cornisa inclinada. Es en esta lógica que pudo haber sido incluso un conjunto de toda la extensión de la manzana, donde aquella sexta casa actual quedaría justo en el centro del conjunto, con seis casas hacia ambos lados siendo un total de trece casas, manteniendo así la relación con la división predial.

 

Pórticos de acceso Casas de Altos de Mapocho

Fuente: SECPLA, Municipalidad de Quinta Normal, 2022

 

Por otro lado, la inexistencia de los antejardines en los predios colindantes hacia el oriente, admite también establecer que eran tan solo diez casas, incluyendo la de la esquina que se conoce su derrumbe. Es en este análisis donde la composición de la fachada se vuelve aún más interesante, con un eje simétrico que distancia en partes iguales hacia el término del conjunto a cada uno de los pórticos que destacan, dividiendo de esta forma el conjunto en dos partes casi simétricas entre si, donde la diferencia remite a la naturaleza de cada una de las salientes. Esta relación binaria entre ambas partes, podría vincularse incluso a reflexiones ya planteadas anteriormente por Pedro Prado en la literatura. Finalmente, a este análisis se le suma el vínculo entre el número de casas y el grupo de Los Diez, atribuyéndole así un valor único a este conjunto de casas de altos, que podría estar reflejando en su composición y estética algo que escapa de tan solo los límites de la arquitectura, sino que una reflexión más trascendental de la vida de su autor Pedro Prado.

Fachada sur Casas de Altos de Mapocho

Fuente: SECPLA, Municipalidad de Quinta Normal, 2022

 

 

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Alone. (1921) El Palacio Bruna . 2 v. Año 1, no. 1 p. 10-11. Memoria Chilena, Biblioteca Nacional de Chile.

Bertrand, J; Mosciatti O., Ezio; Carrasco B., María Isabel; Loebell, Ricardo; Rozas Zelaya, Catalina; Carrasco Bertrand, Marta; Rodríguez Carrasco, Pelagia; (2004). La mirada recobrada: fotografías, 1905-1918. Fondart.

Bertrand, J. (1921). Carta a Pedro Prado, 10 de febrero de 1921, Santiago, Chile . Memoria Chilena, Biblioteca Nacional de Chile.

Boloña, N. (1900). Plano jeneral de la ciudad de Santiago e inmediaciones notablemente completado i correjido [Material cartográfico]. Santiago Chile. Biblioteca Nacional de Chile

Cerda, G. (2014). Casas de Altos en el sur de Chile. Revista AUS, (16), 10-14.

Delgadilla, J(1920). Plano de Santiago [Plano]. Santiago Chile. Biblioteca Nacional de Chile